En defensa de la Grisales

Por Carlos Vásquez

Las críticas a la modelo, actriz y presentadora colombiana se multiplican cada vez que la diva aparece en televisión o es capturada por los flashes de los fotógrafos de farándula.  Unos hablan de su edad, otros de sus comentarios vehementes y algunos les incómoda su supuesta laxitud moral.  Sin embargo...

Amparo Grisales, 64 años.  Diva colombiana.

Amparo Grisales no posa de diplomática, académica o profesional en ejercicio.  Ella simplemente se limita a ser bella y sensual.  Por mi parte, no le pido más, porque esa fue su opción de vida.  Por el contrario, siempre me he preguntado cuántos tipos quisieran que su pareja se mantuviera así de estupenda a su edad, o cuántas mujeres quisieran verse así de sensuales a sus años. 

Algunos dicen que todo en el cuerpo de la Grisales es postizo y que es el resultado lógico de muchas horas de entrenamiento en el gimnasio.  "Así cualquiera", agregan sus detractores.  Bueno, a mí no me consta nada, pero para efectos de exponer mi punto de vista, hago una analogía: yo soy comunicador, esa es mi profesión, y para ejercerla –aparte de algo de talento– necesito hacer algunas inversiones: una grabadora, una buena cámara, un buen portátil, además de un par de costosos dispositivos tecnológicos.  Pero si fuera modelo y viviera del “cómo me ven los demás”, creo que gran parte de mi dinero iría a parar a las manos de cirujanos plásticos, productos rejuvenecedores y costosos centros de acondicionamiento físico.   Además, ir a un gimnasio no tiene nada de malo, por el contrario, es de admirar la disciplina y la voluntad de Amparo Grisales.  Lo digo yo que llevo más de diez años amenazando con matricularme en uno de ellos, pero mi fobia al dolor muscular me lo impide.

La Grisales no tuvo tiempo para estudiar un posgrado o hacerse otorgar un título honoris causa en alguna universidad prestigiosa, de la misma manera como muchas mujeres no tienen tiempo para hacer ejercicio o dedicarse a su cuidado y atención personal.  Nuestra diva colombiana tiene recursos económicos, eso es cierto, pero no por eso se le puede considerar una mala persona.  La solvencia y los contactos adecuados ayudan a que una persona ascienda los peldaños de la escalera del éxito con mayor rapidez, pero no la descalifican como profesional.

En referencia a este tema, a veces pienso en mí como un escritor, pese a que ninguna editorial famosa me ha publicado un libro, ni me he preocupado porque lo hagan.  Sin embargo, si fuera familiar de los directivos de una de ellas o si tuviera el contacto adecuado, no dudaría en aprovechar mis amistades para tener el gusto de ver mis textos en blanco y negro.  ¿Eso me hace un mal escritor?

Aclaro que admiro mucho la inteligencia en una mujer, pero también me atrae la belleza física.   La Grisales me ha convencido siempre con los argumentos de su cuerpo, y nunca con los de la razón.  Si la juzgo intelectualmente, al lado de mi admirada Diana Uribe, por ejemplo, la diva sale perdiendo, pero si la comparo con… bueno, con cualquier esposa del vecino que sale en pijama rota y sin bañarse todos los días a las dos de la tarde para la tienda, pues es indudable que la diferencia se nota.

Amparo, estoy con usted.  Me importa un bledo los chistes que hagan a su costa,  me tienen sin cuidado los disparates que usted diga o los que le atribuyan los medios.  Usted es simplemente una mujer despampanante porque en usted se conjuga una poderosa mezcla de femineidad, sensualidad y erotismo.

Por esto y por todo lo que usted es, me atrevo a proclamar, voz en cuello: “Larga vida a la Grisales”.


Fuente de la imagen:

Fotografía tomada de la Revista Soho.  Extraída el 29 de abril de 2012 desde http://www.soho.com.co/galerias-mujeres/galeria/amparo-grisales/15032

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